Minimalismo, Innovación Social y Sostenibilidad.

Mucha gente conoce el minimalismo y su famoso eslogan “menos es más” (less is more) atribuido al arquitecto Mies van der Rohe. Este busca la máxima reducción a lo esencial y la economía de recursos, y a nivel estético, se manifiesta mediante la abstracción geométrica y las formas puras.

De alguna forma, ha impregnado a estilos de vida y al diseño (que tiene que ver, desde luego, con el modo en que vivimos) desde el último siglo. Sin embargo, hoy en día, en un mundo conectado y complejo, que enfrenta crisis y problemas complejos y sistémicos, podemos preguntarnos, ¿menos es siempre más? En una de las tantas conferencias online del pasado año 2020, escuché a Ezio Manzini decir “mess is more”. Esto se podría traducir como “el caos es más”, o “el desorden es más”, aunque en este caso me parece más adecuado traducir “mess” por “complejidad” o “diversidad”.

Cuando hablamos de calidad de vida y de sostenibilidad, “less is more” parece una premisa más que adecuada: alejarnos de lo superfluo que consume tiempo y dinero. Hacer menos, hacer mejor. Bajo la premisa de “less is more”, el diseño del siglo XX ha dado a la innovación tecnológica formas sobrias y líneas pulcras y elegantes (¿quién no tiene en mente a Apple ahora mismo?). Bajo la premisa de la reducción, el ecodiseño de los productos se ha centrado en la ecoeficiencia, minimizando los impactos negativos para el planeta y sus comunidades, y minimizando los costes para las empresas. Con todo esto, cabe preguntarse, ¿qué hemos conseguido con esto? ¿Qué estábamos quitando, y a qué precio? Y, cuando hablamos de impactos negativos, ¿minimizarlos es suficiente?

Minimalismo e Innovación Social.

Los diseños de la modernidad han dado forma, como digo, a la Innovación Tecnológica (esto puede ser particularmente visible en el caso del Diseño Industrial). Ahora estamos adentrándonos en una era en la que la Innovación Social01 va a ser la protagonista, y en ella, ¿qué papel cumplen las premisas del siglo XX? La innovación en la era de la conectividad implica a muchos actores distintos y desde lugares y vivencias distintas, implica problemas sistémicos y complejos. Y la diversidad de visiones y contextos probablemente es difícil de abordar desde una filosofía que tiene la reducción absoluta como máxima. Por otro lado, a nivel formal, la imposición de esta máxima nacida en Occidente es capaz de anular toda manifestación de otras culturas y actores. De hecho, “less is more” puede convertirse en una premisa rígida, que no promueve la experimentación de nuevos modelos ni la adaptación a diversos contextos.

Minimalismo y Sostenibilidad.

¿Qué hay de la sostenibilidad? ¿Qué hay de la ecoeficiencia? Entre las estrategias del ecodiseño02 se encuentra la reducción: menos materiales, menos consumo, menos emisiones. De hecho, la desmaterialización es una de las condiciones previas para la Economía Circular, y para la cual la digitalización es una aliada fundamental. Esta desmaterialización, esta reducción, es necesaria pero, ¿es suficiente? Si analizamos individualmente los productos y servicios diseñados en los últimos años, podríamos concluir que son cada vez más eficientes y con menor impacto medioambiental. Sin embargo, mirándolo desde una perspectiva global, encontramos que nuestros impactos negativos sobre ecosistemas y comunidades son cada vez más altos. ¿Qué es lo que falla? Los problemas de sostenibilidad que enfrentamos son sistémicos y complejos y no se solventarán únicamente reduciendo elementos de nuestros productos03. Mucho menos ofreciendo cada vez más productos minimalistas de aspecto elegante y limpio, que en realidad esconden de forma opaca procesos maximalistas nada elegantes ni limpios. Y cabe preguntarse más allá, ¿buscamos simplemente minimizar los impactos negativos, o generar impactos positivos?

La Fundación Ellen MacArthur, referente en Economía Circular, habla de cómo un sistema sostenible y resiliente es diverso y complejo: “modularidad, versatilidad y adaptabilidad (…) Los sistemas diversos con muchas conexiones y escalas son más resilientes de cara a las sacudidas externas”04. Una empresa, una organización, un sistema, pueden ser sumamente eficientes y reducidos a lo esencial, y así ser excesivamente rígidos y poco adaptativos. Los sistemas vivos no son lineales, sino que basan su adaptabilidad y su resiliencia ante los cambios en la complejidad.

«Los sistemas naturales mantienen la abundancia resiliente adaptándose a su entorno mediante una mezcla infinita de diversidad, uniformidad y complejidad»

Michael Braungart

Simplicidad versus Complejidad.

El minimalismo forma parte de un sistema de valores centrados en el individuo humano (en realidad, más concretamente en el hombre) moderno. Un individuo que se supone debía vivir en vacías casas cuadradas de hormigón blanco, y que forma parte de un mundo entendido como máquina (eficiente y separable en piezas individuales para su comprensión). Sin embargo, nuestro mundo está formado por sistemas no lineales, diversos y complejos, y todo está conectado. Menudo caos, menudo desorden. Y por supuesto, los humanos (menos aún los hombres) no somos los únicos seres que vivimos en él.

El minimalismo puede ser algo positivo, siempre que se trate de una estrategia para desprenderse de lo que no es esencial, incluso de lo que causa daño. De hecho ha podido ser un paso necesario en la Modernidad, para liberarse de los mitos tradicionales acerca de cómo debían ser los artefactos (los objetos, los espacios, las comunicaciones). La simplicidad tiene sus virtudes. Pero cuando se convierte en otro mito, fiel a la reducción absoluta y a una estética muy concreta por encima de todo, “less is more” queda obsoleto.

Seguramente, “mess is more” no deba convertirse en el nuevo mito para el Diseño: de hecho quizá ese fue el problema en primer lugar. Cada visión tiene su aportación, se trata de entender la complejidad de trabajar en lo social y en la búsqueda de la sostenibilidad. Y de que «menos no siempre es más».

  • 01 2015. Ezio Manzini, Cuando todos diseñan. Una introducción al diseño para la innovación social.
  • 02 2016. Emilio Cerdá. Economía Circular, en Economía Industrial. Habla del Ecodiseño versus el Diseño para la Sostenibilidad. Mientras el primero incorpora consideraciones medioambientales, el segundo incluye además consideraciones sociales. Estos podrían ser tratados en futuros posts.
  • 03 Un ejemplo, desde otra perspectiva, del papel relativo que la reducción tiene en la sostenibilidad. Por un lado, la minimización de la cantidad y el tipo de materiales que incluye un producto es efectiva de cara a reincorporarlo a la cadena, sea mediante el reciclaje u otra metodología. Por otro lado, algunas empresas deciden reducir el espesor de sus envases de plástico al máximo en un alarde de sostenibilidad. Esto lleva a emplear el PP (polipropileno) como material, ya que permite una reducción de espesor mayor que el PET (polietileno); sin embargo, un envase de PET aunque tenga mayor espesor es mucho más fácil de encajar en una Economía Circular que el PP, difícil de reciclar.
  • 04 2013. Ellen MacArthur. Towards the Circular Economy. Economic and business rationale for an accelerated transition.

2 comentarios sobre “Minimalismo, Innovación Social y Sostenibilidad.

  1. Me recuerda una charla donde comentaban que toda mejora en eficiencia energética no va acompañada de una reducción del consumo energético global, sino que servía para incrementar el nivel de producción industrial. Hay mucho marketing de lo concreto y poca visión de los efectos globales. Buen post!

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    1. Desde luego, Antonio! De hecho, a menudo tal y como se aplica la reducción, su fin último no es tanto la sostenibilidad sino realmente incrementar la productividad. Esa charla debió de ser muy interesante!

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